TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad)

El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) es un trastorno neuropsiquiátrico que afecta las funciones ejecutivas del cerebro. En inglés, el término que se utiliza para referirse a esta condición es TDAH, acrónimo de Attention Deficit Hyperactivity Disorder. Las alteraciones que provoca pueden manifestarse de distintas maneras según la edad de la persona, y se centran principalmente en tres aspectos: déficit de atención, impulsividad e hiperactividad, con una dificultad relativa para controlar la actividad motora.

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¿Qué es el TDAH?

¿Qué es exactamente el TDAH?

El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo. Según el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición), los trastornos del neurodesarrollo comprenden un conjunto de condiciones que se manifiestan en las primeras etapas del desarrollo —generalmente antes del ingreso escolar—, y se deben a alteraciones en el desarrollo cerebral. Estas afecciones impactan en áreas fundamentales como:

  • Aprendizaje
  • Comunicación
  • Interacción social
  • Habilidades motoras
  • Funciones ejecutivas (p. ej., atención, memoria de trabajo, autorregulación).

Dado que el TDAH está clasificado en el DSM-5 como un trastorno del neurodesarrollo, sus manifestaciones aparecen desde la primera infancia, aunque suelen volverse más evidentes durante la edad escolar por diversos factores.

Durante el período escolar, los niños deben tener mayor capacidad de atención, concentración, organización y autocontrol. El entorno escolar, con sus normas, horarios y tareas estructuradas, pone de manifiesto las dificultades típicas del TDAH, como la falta de atención, la hiperactividad y la impulsividad.

Además, las exigencias académicas aumentan, y el niño debe enfrentarse a actividades que requieren continuidad y precisión, como estudiar, leer y escribir. Estas tareas, que exigen mantener la atención durante largos periodos, pueden ser especialmente exigentes para quienes tienen TDAH, lo que provoca distracciones frecuentes, errores superficiales y dificultad para completar las tareas.

La dinámica social también se vuelve más compleja: el niño debe respetar las normas de la clase, colaborar con sus compañeros e interactuar con el profesorado. En cualquier caso, la impulsividad y la dificultad para gestionar las emociones pueden dificultar la integración social, provocando malentendidos, discusiones y aislamiento.

En conclusión, la comparación con sus pares y las expectativas de adultos, como profesores y padres, hacen más evidente la brecha entre el comportamiento esperado y el real del niño con TDAH, lo que a menudo lleva a reportar dificultades y a la búsqueda de un diagnóstico.

El TDAH, como trastorno del neurodesarrollo relacionado con el desarrollo cerebral, no se limita a la infancia, sino que también persiste en la adolescencia y la edad adulta, aunque sus manifestaciones pueden cambiar con el tiempo.

El TDAH en la Adolescencia

Durante la adolescencia, el cuadro sintomático puede evolucionar: la hiperactividad física suele disminuir, transformándose en una forma de inquietud interna, pero la falta de atención, la dificultad para planificar, organizar y gestionar el tiempo persisten o aumentan.

Esta fase, caracterizada por importantes cambios emocionales, sociales y escolares, puede generar tensión en el adolescente con TDAH, provocando a menudo bajo rendimiento escolar, problemas de pareja y mayor impulsividad, con un mayor riesgo de conductas de riesgo (consumo de sustancias, conducción temeraria, relaciones sexuales sin protección).

Además, las dificultades en la regulación emocional pueden provocar una disminución de la autoestima y aumentar la probabilidad de desarrollar trastornos asociados, como la ansiedad y la depresión.

El TDAH en la Edad Adulta

En la edad adulta, aunque algunos síntomas, como la hiperactividad en sentido externo, pueden disminuir, las dificultades relacionadas con las funciones ejecutivas, como la gestión del tiempo, la organización, la planificación y la capacidad para completar tareas complejas y poco gratificantes, suelen seguir siendo significativas.

De hecho, los adultos con TDAH pueden encontrar obstáculos en sus carreras profesionales, como dificultades para cumplir plazos, mantener la atención durante reuniones o gestionar múltiples tareas simultáneamente.

Las relaciones interpersonales también pueden ser complejas debido a la impulsividad y la dificultad para gestionar las emociones.

El TDAH se ha conceptualizado durante mucho tiempo como un trastorno relacionado únicamente con la infancia, y solo recientemente se ha abierto el camino para su diagnóstico y tratamiento también en la edad adulta.

Esta nueva comprensión ha llevado a muchas personas a descubrir solo en la edad adulta, con la llamada “retrospectiva”, que han padecido TDAH toda su vida, reconociendo en su historia personal las características típicas de la enfermedad.

A menudo, estas personas recuerdan su historial escolar, laboral y de relaciones, dando finalmente una explicación a las dificultades que experimentaron.

Desde una perspectiva neuropsicológica, el TDAH se caracteriza por síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad que se presentan con una intensidad inapropiada para la etapa de desarrollo del individuo.

Síntomas del TDAH

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) puede manifestarse a través de diversos síntomas que afectan la capacidad de concentración y el control del comportamiento. Aunque la sintomatología puede variar según la persona y su edad, en general, los síntomas más frecuentes del TDAH se agrupan en tres categorías principales: 

  • Falta de atención (o, aún mejor, dificultad en la regulación de la atención)
  • Hiperactividad;
  • Impulsividad.

 A continuación, se detallan.

Síntomas del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

La falta de atención en el TDAH se caracteriza por la dificultad para concentrarse en tareas específicas. Sin embargo, no se trata simplemente de una ausencia de atención, sino de una dificultad en la regulación de la atención, lo cual es un aspecto clave del trastorno y muy diferente a una simple falta de concentración. Las personas con TDAH no es que sean siempre desatentas ni que les falte la capacidad de atender; lo que sucede es que tienen dificultades para gestionar y dirigir su atención de manera flexible según las demandas de la tarea.

La hiperactividad es otro componente esencial del TDAH. Específicamente, la hiperactividad es un síntoma que se manifiesta a través de una actividad motora constante y excesiva. De hecho, esta puede dificultar que las personas con TDAH permanezcan quietas o participen en situaciones que requieren calma y atención prolongada.

La impulsividad es un tercer elemento crucial. Quienes viven con TDAH pueden tener dificultades para controlar sus impulsos, actuando a menudo sin pensar en las consecuencias de sus actos. Esta impulsividad puede afectar la calidad de las decisiones que se toman y la gestión de las relaciones sociales.

Además, es importante destacar que, para obtener un diagnóstico de TDAH, las dificultades relacionadas con sus síntomas deben manifestarse en al menos dos contextos: el laboral y el social. Es fundamental subrayar que estos son los síntomas más comunes del Trastorno por Déficit de Atención, pero no siempre se presentan de la misma manera; de hecho, pueden variar considerablemente de una persona a otra.

Por ejemplo, algunas personas con TDAH pueden presentar una mayor prevalencia de inatención, mientras que otras muestran principalmente hiperactividad o impulsividad.

Por lo tanto, el manejo de los síntomas requiere un enfoque personalizado, ya que cada persona puede experimentar el TDAH de forma única.

Cómo gestionar los síntomas del TDAH

Analicemos estos síntomas del TDAH con mayor profundidad.

¿Tiene usted síntomas de TDAH?

Los síntomas del TDAH son muy variados y tienen un impacto significativo en la calidad de vida de quien los padece. Si te preguntas cómo saber si tienes TDAH, debes saber que GAM Medical, como instituto de excelencia en TDAH, te ofrece la posibilidad de realizar un Prueba indicativo para evaluar la presencia de TDAH, tras el cual podrás consultar gratuitamente con un especialista.

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Conozca más sobre las tres categorías de síntomas del TDAH

Los síntomas de falta de atención pueden incluir:

  • dificultad para concentrarse en una tarea durante un período prolongado;
  • dificultad para seguir instrucciones;
  • olvidos frecuentes;
  • pérdida de objetos y olvido de compromisos.

 

Durante la edad escolar, la falta de atención puede manifestarse como el olvido frecuente de libros de texto, lápices, bolígrafos y otros útiles escolares, así como la dificultad para recordar las tareas asignadas.

En la edad adulta, sin embargo, esta dificultad puede traducirse en el olvido de citas, plazos importantes y objetos personales como las llaves, el teléfono o la cartera, así como en una incapacidad para gestionar eficazmente el tiempo y las responsabilidades cotidianas.

Las personas con TDAH también pueden mostrar una tendencia a evitar actividades que requieren un esfuerzo mental considerable o a procrastinar en exceso. Asimismo, pueden parecer distraídas e incapaces de mantener la atención en una tarea o en una conversación durante un periodo prolongado.

La falta de atención puede persistir a lo largo de las distintas etapas de la vida. El principal problema es que las personas con TDAH tienden a cambiar o alternar el foco de su atención, adoptando conductas que no siempre resultan útiles. Los problemas de atención se mantienen y, a medida que aumentan las responsabilidades en la vida adulta, tienden a agravarse y a volverse más incapacitantes.

Los síntomas de hiperactividad pueden incluir:

  • tensión interna;
  • dificultad para permanecer sentado;
  • tendencia a hablar excesivamente.

 

La hiperactividad puede manifestarse a través de actos motores conscientes, como mover nerviosamente las manos o los pies. En el DSM-5, por ejemplo, la hiperactividad motora se describe con la expresión “como si estuviera impulsado por un motor”, para indicar una especie de incapacidad para permanecer quieto y una necesidad constante de movimiento. La hiperactividad motora, típica de la infancia, tiende a disminuir con el crecimiento, mientras que aumenta una forma más interna y mental de hiperactividad. En los adultos con TDAH, esto suele manifestarse como una sensación de tensión interna, parecida a la ansiedad, acompañada de un flujo continuo de pensamientos y una intensa actividad mental. Esta hiperactividad interna puede dificultar la ejecución tranquila de una tarea, al tiempo que aumenta el impulso de realizar múltiples actividades a la vez, en un intento por liberar esa inquietud interna.

Los síntomas de impulsividad pueden incluir una tendencia a tomar decisiones impulsivamente sin considerar las consecuencias. Algunas manifestaciones de esta sintomatología pueden ser:

  • Hablar fuera de lugar;
  • Interrumpir a los demás;
  • Hacer preguntas inapropiadas;
  • Tomar decisiones apresuradas, incluso sobre asuntos importantes, sin considerar los pros y los contras;
  • Comprar impulsivamente artículos innecesarios o gastar en exceso;

 

La impulsividad cambia cualitativamente y puede disminuir con la edad, pero al ser una característica propia del TDAH, suele persistir con el paso del tiempo.

Síntomas del TDAH en adultos

Los adultos con TDAH no siempre presentan los mismos síntomas que los niños, como la hiperactividad excesiva y la impulsividad.
De hecho, en los adultos, los síntomas del TDAH suelen ser menos evidentes y se relacionan principalmente con la falta de atención.

En particular, estos síntomas están asociados a un déficit en las funciones ejecutivas, es decir, aquellas funciones cerebrales (o procesos cognitivos) que permiten identificar objetivos y seleccionar, planificar e implementar las acciones necesarias para alcanzarlos.

Las funciones ejecutivas que suelen ser deficientes en los adultos con TDAH son:

 

  • Memoria de trabajo
  • Control y autoinhibición
  • Cambio de una tarea a otra
  • Conciencia de las acciones
  • Iniciación, planificación y organización de actividades
 

Estas deficiencias en las funciones ejecutivas pueden manifestarse a través de diversos comportamientos, como la dificultad para cambiar de una tarea a otra, problemas de autocontrol o dificultades en la planificación. 

Por esta razón, el diagnóstico del TDAH en la edad adulta es fundamental para superar y manejar de la mejor manera los desafíos específicos que enfrentan las personas con TDAH y para personalizar el tratamiento del TDAH en adultos. De hecho, los síntomas del TDAH en la edad adulta pueden tener un impacto significativo en la vida cotidiana, influyendo en las relaciones personales, el trabajo y el bienestar general. Por lo tanto, la gestión de los síntomas del TDAH mediante el tratamiento para adultos es esencial para obtener el apoyo adecuado, implementar estrategias personalizadas que mejoren la calidad de vida y recibir consejos para afrontar el TDAH en la edad adulta.

Los principales patrones de comportamiento en los que estas deficiencias en las funciones ejecutivas podrían materializarse en la vida cotidiana son:

desatención TDAH

Inatención en adultos con TDAH

En relación con la inatención:

  • Incapacidad para completar una actividad, lo que a menudo prolonga su ejecución durante largos periodos, debido a la dificultad para concentrarse adecuadamente;
  • Dificultad para organizar actividades, especialmente en el entorno laboral.
  • Dificultad para priorizar diversas actividades (planificación).
  • Seguimiento y finalización de actividades de principio a fin.
  • Olvidos y distracciones frecuentes.

 

  • Dificultad para gestionar el tiempo (p. ej., citas o plazos)
  • Dificultad de autorregulación, autogestión y autodisciplina
  • Procrastinación al comenzar o terminar una actividad
  • Falta de perseverancia y, en consecuencia, cambios frecuentes de una actividad a otra
  • Ideas frecuentes, especialmente en el ámbito laboral, que inicialmente se consideran brillantes, pero que luego no se implementan
  • Hábito de terminar las actividades solo cuando se acercan los plazos
  • Dificultad para organizar y gestionar el tiempo (plazos, citas) 
Impulsividad e hiperactividad en adultos con TDAH

Impulsividad e hiperactividad en adultos con TDAH

Sobre la hiperactividad excesiva y la impulsividad:

  • Tendencia a incurrir en conductas de riesgo, a menudo relacionadas con el derecho penal.
  • Hábito de interrumpir a los interlocutores mientras hablan.
  • Tendencia a terminar las frases que otros interlocutores están pronunciando.
  • Dificultad para esperar su turno.

 

  • Dificultad para esperar su turno.
  • Tendencia a obsesionarse con ciertas actividades (deportes, aficiones).
  • Uso de términos incorrectos y lenguaje inapropiado en general.
  • Dificultad para conducir coches y motos (con riesgo de multas y accidentes).

 

Estas conductas suelen tener consecuencias negativas más significativas en el ámbito social (amistoso y sentimental) y laboral.

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Desregulación emocional en el TDAH

Desregulación emocional e inquietud en adultos con TDAH

A nivel de desregulación emocional e inquietud:

  • Baja autoestima
  • Dificultad para aceptar juicios negativos y fracasos
  • Propensión al aislamiento social
  • Prefiere amistades exclusivas a amistades grupales
  • Vulnerabilidad a la psicopatología
  • Labilidad e inestabilidad del estado de ánimo
  • Irritabilidad frecuente, mal genio, excitación, incluso durante el mismo día
  • Poca tolerancia a situaciones que generan frustración
  • Deficiencias motivacionales
  • Dificultad para afrontar emociones y situaciones desagradables y, por lo tanto, para implementar respuestas conductuales adecuadas
  •  
  •  
  • En general, la desregulación emocional implica que las personas con TDAH tienden a experimentar emociones particularmente intensas con una dificultad global para mitigar su intensidad o adaptar su estado emocional a la situación.
  •  
  • Un gran porcentaje (alrededor del 80%) de los adultos con TDAH se quejan de sufrir trastornos del sueño y es común que prefieran trabajar o realizar actividades recreativas por la tarde o por la noche, en lugar de por la mañana o por la tarde.

Si desea obtener más información sobre los síntomas, vaya directamente más abajo en este párrafo en la sección Sintomas conductuales del TDAH en adultos.

Causas del TDAH

Las causas del TDAH son multifactoriales, no se comprenden completamente e involucran la genética (herencia), la neurobiología y el entorno. Determinado por anomalías en los neurotransmisores cerebrales (que transmiten los impulsos nerviosos al cerebro), también está influenciado por la genética, los desequilibrios neuroquímicos, la exposición prenatal a toxinas, el parto prematuro, las deficiencias nutricionales, las alteraciones de la dopamina y el estrés familiar.

El TDAH ha sido un importante desafío para la investigación durante casi dos décadas, debido a su etiología multifactorial. Esto indica que existen varios factores subyacentes al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), como:

  • Condiciones biológicas y genéticas
  • Características neuropsicológicas
  • Condiciones ambientales
¿Cuáles son las causas del TDAH?
Los neurotransmisores cerebrales como causa del TDAH

El TDAH es un trastorno con raíces neurobiológicas complejas y, por ello, sigue siendo objeto de numerosos estudios. Sin embargo, se considera que su causa principal es una disfunción en los neurotransmisores, es decir, las sustancias químicas del cerebro que regulan la comunicación entre las células nerviosas.

En particular, se cree que las personas con TDAH presentan una deficiencia de dopamina y noradrenalina, dos neurotransmisores fundamentales para el control de la atención, la motivación y la regulación emocional. Esta deficiencia puede estar relacionada con factores genéticos, pero también, en parte, con factores ambientales como la alimentación, el estilo de vida y la exposición a sustancias tóxicas.

Los medicamentos utilizados habitualmente para tratar el TDAH actúan precisamente sobre este mecanismo, modulando los niveles de dopamina y noradrenalina en el cerebro.

Además, las personas con TDAH muestran alteraciones en el desarrollo de la amígdala —el centro de las emociones— y del hipocampo, una zona cerebral que influye, entre otras cosas, en la motivación y en la ejecución eficaz de acciones y tareas. Por lo tanto, el papel del cerebro es fundamental en el desarrollo del TDAH.

También se han observado alteraciones en la corteza prefrontal y en el cerebelo, con consecuencias sobre funciones como la atención, la planificación de acciones a lo largo del tiempo, la capacidad para evitar distracciones, la ejecución de movimientos corporales, la coordinación motora y el control del comportamiento.

En lo que respecta a la genética, cabe destacar que esta puede influir en la aparición del TDAH a través de un mecanismo complejo, que implica la interacción entre determinados genes y factores ambientales.

Causas genéticas del TDAH

¿Son el TDAH y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad lo mismo?

¿Qué significa TDAH?

Sí, el TDAH y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad son la misma afección. De hecho, el acrónimo ADHD proviene del nombre en inglés de este trastorno: Attention Deficit Hyperactivity Disorder. En espana, en cambio, el acrónimo correspondiente es DDAI (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad).

Curiosamente, el término “Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad” refleja con precisión la naturaleza del trastorno, que se caracteriza por dificultades en la atención y una marcada hiperactividad. A pesar de ello, la forma más común y extendida de referirse a este trastorno —incluso en el ámbito diagnóstico y clínico— es mediante el acrónimo TDAH (véase también Clínica del TDAH GAM-MEDICAL).

  • TDAH (más común y aceptada)
  • Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (nombre clínico completo)
  • Trastorno de Déficit Atencional (con o sin hiperactividad, especialmente en América Latina)
  • Déficit de Atención (forma abreviada comúnmente usada en lenguaje coloquial)
  • Síndrome de Déficit de Atención e Hiperactividad (menos frecuente, pero aún en uso)
  • Attention Deficit Hyperactivity Disorder (TDAH)
  • Attention Deficit Disorder (ADD)
  • Hyperkinetic Disorder (HD)
  • Attention Deficit Disorder and Hyperactivity Disorder (ADDHD)
  • Attention Deficit with Hyperactivity Disorder (TDAH)
  • francés: Trouble déficitaire de l’attention/ hyperactivité (TDAH)
  • italiano: Disturbo da Deficit dell’Attenzione e Iperattività
  • portugués: Transtorno do déficit de atenção e hiperatividade (TDAH)
  • alemán: Aufmerksamkeitsdefizit-/ Hyperaktivitätsstörung (ADHS)
  • chino: 注意力缺陷多动障碍 (TDAH)
  • japonés: 注意欠陥・多動性障害 (ADHD)
  • coreano: 주의력 결핍 과잉 행동 장애 (TDAH)
TDAH en el manual diagnóstico DSM-5

Es importante destacar que el término TDA (Trastorno por Déficit de Atención) se utilizó anteriormente para describir la forma del TDAH en la que predomina la inatención.

Sin embargo, esta terminología fue abandonada con la publicación del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) en 2013.

De igual manera, el término Trastorno Hipercinético se empleó en el pasado para referirse al subtipo con predominio de hiperactividad e impulsividad, pero esta denominación también ha sido descartada en la versión actual del DSM.

¿Es el TDAH un trastorno crónico?

El TDAH se clasifica como un trastorno del neurodesarrollo porque comienza en la infancia. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud indica que el TDAH es uno de los trastornos mentales más frecuentes en la niñez, con una prevalencia estimada entre el 5 % y el 7 % de la población infantil.

TDAH crónico

No obstante, en los últimos años, la comunidad científica ha cambiado su enfoque respecto al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, reconociéndolo como una condición permanente.
El TDAH no es una afección temporal ni algo que deba “curarse”, sino una neurodivergencia que forma parte de la persona a lo largo de toda su vida.

Cuando hablamos de neurodivergencia, nos referimos a formas de funcionamiento cerebral que se apartan de la norma estadística o social. Las personas neurodivergentes procesan el pensamiento, el aprendizaje, la información y la percepción del mundo de manera distinta a la considerada típica (neurotípica).
Por lo tanto, la neurodivergencia —al igual que el TDAH— no es una enfermedad ni un problema que deba ser “corregido”, sino una variación natural del funcionamiento neurológico humano.

Esta condición, por tanto, persiste en la adolescencia y en la edad adulta. En este sentido, el TDAH es ampliamente reconocido y diagnosticado también en adultos.

Estudios recientes han demostrado que muchos adultos con TDAH no presentaron manifestaciones significativas o graves durante la infancia. La prevalencia internacional del TDAH en adultos se estima entre el 3 % y el 4 %.

El TDAH en España

En España, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una patología cada vez más reconocida entre niños, adolescentes y adultos. La prevalencia del TDAH en adultos en España es ligeramente inferior a la media internacional y se sitúa en torno al 2,8%.

En la mayoría de los casos, el diagnóstico de TDAH se realiza durante la edad escolar, pero cada vez con más frecuencia se identifica también en adolescentes y adultos a través de protocolos diagnósticos específicos.

Aunque el TDAH es un trastorno cada vez más diagnosticado en España, la falta de concienciación puede dificultar que quienes lo padecen comprendan su condición y enfrenten sus efectos. Por ello, es fundamental ofrecer apoyo adecuado a las personas y familias afectadas, y trabajar colectivamente para mejorar la comprensión del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

En general, el TDAH puede tener un impacto significativo en la calidad de vida tanto de jóvenes como de adultos, especialmente en los ámbitos social y laboral. Sin embargo, muchas personas no identifican su condición como una forma de TDAH y, en consecuencia, no buscan el apoyo necesario para gestionar los síntomas.

Continúe aprendiendo sobre el TDAH.

TDAH las comorbilidades más comunes

Las comorbilidades más comunes del TDAH.

Las comorbilidades más comunes en adultos con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) son:

  • Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG)
  • Trastorno de Pánico (TP)
  • Hipocondría (trastorno de ansiedad por enfermedad)
  • Fobia social o ansiedad social
  • Fobias específicas
  • Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
  • Trastorno de Estrés Postraumático
  • Trastorno narcisista de la personalidad
  • Trastorno por evitación de la personalidad
  • Trastorno por dependencia de la personalidad
  • Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad
  • Trastornos relacionados con el alcohol
  • Trastornos relacionados con los estimulantes
    Trastornos relacionados con el cannabis
  • Trastorno de insomnio
  • Síndrome de piernas inquietas
  • Uso problemático de pornografía
  • Adicción sexual relacionada con el TDAH
  • Dificultad para gestionar la intimidad
  • Incapacidad para alcanzar el orgasmo
  • Tendencia a conductas de riesgo
  • Hipersexualidad
  • Hiposexualidad
  • Trastorno por atracón (BED)
  • Bulimia
  • Anorexia
  • Trastornos Específicos del Aprendizaje (TEA): Dislexia, Discalculia, Disgrafía (o Disarritmia)

Pronóstico del TDAH: ¿Es curable el trastorno?

No existe una cura real para el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), que implica una regresión total de los síntomas o características orgánicas que causan estas manifestaciones. Como ya se mencionó, se trata de una neurodivergencia y, como tal, no es algo curable, sino una característica intrínseca de la persona que persiste a lo largo de la vida. A pesar de ello, gracias a los avances en diagnóstico y terapia, hoy en día es posible controlar eficazmente los síntomas del TDAH y mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen, gracias también a organizaciones como nuestra Clínica de TDAH GAM-Medical.

¿Se puede curar el TDAH?

Es importante destacar que solo un diagnóstico preciso del TDAH, tanto psicológico como médico, nos permite identificar la estrategia más adecuada para el manejo del TDAH en cada caso específico, que puede incluir la toma de medicamentos, un enfoque basado en la psicoeducación o la psicoterapia, o una combinación de ambas.

Tipos de TDAH existentes

El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) es una afección compleja que puede manifestarse en diferentes formas y combinaciones de síntomas. El diagnóstico y la clasificación del TDAH incluyen tres subtipos principales, o presentaciones, que reflejan las diferentes manifestaciones de los síntomas en las personas con esta afección.

Los tipos principales son: TDAH predominantemente inatento (TDAH-PI), TDAH predominantemente hiperactivo-impulsivo (TDAH-PII) y, finalmente, TDAH combinado (TDAH-C).

Cada una de estas manifestaciones diferenciadas del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad se distingue por un conjunto variado de factores, puntos clave y comportamientos que presentan los sujetos.

A continuación, se presenta un análisis detallado de cada tipo conocido de TDAH.

Subtipos del TDAH

TDAH PI: Predominantemente Inatento

Este subtipo del trastorno, conocido como TDAH Predominantemente Inatento (TDAH-PI), se caracteriza principalmente por la presencia de síntomas de inatención, con síntomas de hiperactividad e impulsividad que pueden ser menos evidentes o estar ausentes.

Algunos síntomas típicos del TDAH-PI incluyen:

  • Dificultad para mantener la atención en tareas o actividades a largo plazo.
  • Tendencia a perder objetos necesarios para las actividades cotidianas.
  • Olvido de tareas o instrucciones.
  • Evitar tareas que requieren un esfuerzo mental prolongado.

Las personas con TDAH-PI pueden parecer soñadoras o distantes y tener dificultades para completar tareas que requieren una concentración sostenida, como estudiar o leer.

El TDAH predominantemente inatento (TDAH-PI) es una de las tres presentaciones principales del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Este subtipo se caracteriza principalmente por la presencia predominante de síntomas de inatención, mientras que los síntomas de hiperactividad e impulsividad pueden ser menos prominentes o estar ausentes.

Las personas con TDAH-PI pueden experimentar diversos desafíos que afectan principalmente su capacidad para mantener la atención en tareas o actividades durante períodos prolongados. Pueden tener dificultades para concentrarse durante conversaciones, conferencias o lecturas extensas, así como para seguir instrucciones complejas o completar tareas que requieren una concentración sostenida. Su mente tiende a divagar con frecuencia, lo que puede llevar a perder el hilo de sus pensamientos u olvidar detalles importantes.

La desorganización es otro rasgo común del TDAH-PI: estas personas pueden perder objetos necesarios para las actividades cotidianas o descuidar tareas que exigen un esfuerzo mental continuo. Suelen evitar actividades que requieren atención prolongada y, con frecuencia, parecer olvidadizas o distraídas en el día a día. También pueden presentar síntomas de falta de atención en entornos sociales, como no escuchar cuando se les habla directamente o perder el hilo de una conversación.

Estos síntomas pueden afectar negativamente el rendimiento académico, laboral y social, provocando una disminución de la productividad y dificultades en las relaciones interpersonales.

El diagnóstico y tratamiento del TDAH-PI son fundamentales para mejorar el funcionamiento diario y la calidad de vida de quienes lo padecen. Las intervenciones terapéuticas pueden incluir terapias conductuales, apoyo educativo y estrategias de gestión del tiempo, que ayuden a las personas a controlar los síntomas de inatención y a maximizar su potencial.

Con el apoyo adecuado, las personas con TDAH-PI pueden aprender a superar sus desafíos y desarrollar estrategias eficaces para afrontar las dificultades relacionadas con la falta de atención.

TDAH-PII: Predominantemente Hiperactivo-Impulsivo

Este subtipo del trastorno, conocido como TDAH Predominantemente Hiperactivo-Impulsivo (TDAH-PII), se centra principalmente en síntomas de hiperactividad e impulsividad, con síntomas de falta de atención que pueden ser menos prominentes o estar ausentes.

Algunos síntomas característicos del TDAH-PII incluyen:

  • Agitación e inquietud constantes.
  • Incapacidad para permanecer sentado por largos periodos.
  • Tendencia a interrumpir a los demás o a hablar excesivamente.
  • Respuestas impulsivas sin considerar las consecuencias.

Las personas con TDAH-PII a menudo pueden parecer agitadas o inquietas y tener dificultades para seguir reglas o controlar sus impulsos.

El TDAH predominantemente hiperactivo-impulsivo (TDAH-PII) es una de las principales presentaciones del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), y se caracteriza principalmente por la presencia predominante de síntomas de hiperactividad e impulsividad, mientras que los síntomas de inatención pueden ser menos prominentes o estar ausentes.

Las personas con TDAH-PII tienden a mostrar un alto nivel de actividad motora e incapacidad para permanecer sentadas o quietas durante periodos prolongados. Pueden parecer constantemente agitadas o inquietas, buscando con frecuencia nuevos estímulos o actividades para satisfacer su necesidad constante de movimiento. Esta agitación puede interferir negativamente en su funcionamiento cotidiano, tanto en el hogar como en la escuela o el trabajo.

Además, pueden mostrar diversos comportamientos impulsivos, actuando sin pensar en las consecuencias de sus acciones. Suelen tener dificultades para controlar sus impulsos y actuar de forma precipitada o imprudente, sin considerar los efectos a largo plazo. Estos comportamientos pueden manifestarse en contextos como interrumpir conversaciones, responder preguntas impulsivamente o realizar acciones arriesgadas sin una reflexión previa.

En el ámbito académico, estas personas pueden tener problemas para seguir normas, cumplir instrucciones o completar tareas, debido a su tendencia a actuar sin pensar. En el entorno laboral, pueden experimentar dificultades para planificar y organizar su trabajo, mostrando mayor propensión a cometer errores o tomar decisiones precipitadas.

El diagnóstico y tratamiento del TDAH-PII son fundamentales para mejorar el funcionamiento y la calidad de vida de quienes lo padecen. Las intervenciones terapéuticas para el TDAH pueden incluir estrategias específicas para el manejo de la impulsividad, terapias conductuales y farmacoterapia, con el fin de ayudar a controlar los síntomas de hiperactividad e impulsividad. Con el apoyo adecuado, las personas con TDAH-PII pueden aprender a desarrollar estrategias eficaces para controlar sus impulsos y gestionar mejor su exceso de actividad motora.

TDAH-C: Combinado

Este subtipo del trastorno, conocido como TDAH Combinado (TDAH-C), representa una combinación de síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad; es la forma más común de TDAH y puede ser la más difícil de controlar.

Algunos síntomas comunes del TDAH-C incluyen:

  • Dificultad para mantener la atención en tareas o actividades.
  • Agitación constante y dificultad para permanecer sentado.
  • Tendencia a interrumpir a los demás y a responder impulsivamente.

Las personas con TDAH-C pueden presentar una amplia gama de síntomas cuya gravedad varía y puede afectar significativamente su funcionamiento diario.
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, en su presentación combinada (TDAH-C), se caracteriza por la presencia simultánea y predominante de síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad. Esta combinación puede influir de manera considerable en la vida cotidiana de quienes lo padecen.

Las personas con TDAH-C pueden manifestar diversos síntomas tanto de inatención como de hiperactividad-impulsividad, en contextos como el hogar, la escuela o el trabajo. Por ejemplo, pueden tener dificultades para mantener la atención durante períodos prolongados, distracciones frecuentes y olvidos en conversaciones o tareas que requieren concentración sostenida.

Además, es común que se sientan inquietas o agitadas de forma constante, con dificultad para permanecer sentadas durante mucho tiempo. Suelen presentar un nivel elevado de actividad motora y una búsqueda continua de estímulos, lo cual responde a una necesidad interna de movimiento. También son frecuentes los síntomas de impulsividad: pueden actuar sin pensar en las consecuencias, interrumpir a los demás durante una conversación, responder impulsivamente o tomar decisiones apresuradas.

Este tipo de comportamientos puede repercutir negativamente en su desempeño social, académico o profesional.

El diagnóstico del TDAH-C y su tratamiento del  son fundamentales para ayudar a las personas afectadas a gestionar sus síntomas y alcanzar su máximo potencial. Las intervenciones pueden incluir terapias conductuales, apoyo educativo y tratamiento farmacológico, con el objetivo de mejorar la atención, el control de impulsos y la regulación del comportamiento motor. Con el acompañamiento adecuado, las personas con TDAH-C pueden desarrollar estrategias eficaces para afrontar los retos cotidianos y lograr sus metas personales y profesionales.

Consideraciones sobre el TDAH en la sociedad actual

Es importante tener en cuenta que, incluso dentro de cada subtipo, los síntomas del TDAH pueden variar notablemente de una persona a otra.

Además, algunas personas pueden presentar síntomas mixtos, con características tanto del TDAH de tipo inatento (TDAH-PI) como del tipo hiperactivo-impulsivo (TDAH-PII).

Por esta razón, tanto el diagnóstico como el tratamiento deben adaptarse a las necesidades individuales, considerando la gravedad de los síntomas, el entorno y la presencia de posibles comorbilidades.

Prejuicios sobre el TDAH

En la sociedad actual, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es objeto de diversas percepciones y opiniones.

Si bien la concienciación ha crecido en los últimos años, aún persisten muchos prejuicios y conceptos erróneos sobre esta condición.

 

Por un lado, hoy en día existe un mayor entendimiento sobre la complejidad del TDAH y sobre el hecho de que se trata de una condición neurobiológica legítima, que puede afectar de manera significativa el funcionamiento diario. Las campañas de sensibilización y la información proporcionada por profesionales de la salud mental han contribuido a reducir el estigma asociado y a fomentar una mayor aceptación y comprensión social.

Sin embargo, aún persisten importantes desafíos en la forma en que la sociedad percibe el TDAH. Algunas personas tienden a verlo simplemente como una excusa para justificar comportamientos desorganizados o impulsivos, sin comprender la complejidad real del trastorno ni los desafíos diarios a los que se enfrentan quienes lo padecen. Esta visión reduccionista puede dar lugar a estereotipos y juicios negativos, dificultando el acceso a servicios adecuados de apoyo y tratamiento.

El TDAH también suele ser malinterpretado o subestimado en entornos educativos y laborales. Las personas que lo presentan pueden ser etiquetadas injustamente como perezosas, desinteresadas o poco comprometidas, cuando en realidad enfrentan síntomas que impactan directamente en su rendimiento. Esta falta de comprensión puede derivar en un trato desigual y limitar sus oportunidades de desarrollo.

Pereza y TDAH

Afortunadamente, cada vez se reconoce más el valor de las habilidades únicas que muchas personas con TDAH aportan a la sociedad.

Creatividad y pensamiento alternativo en el TDAH

Muchas de ellas destacan por su creatividad, intuición y capacidad para pensar de forma innovadora, cualidades que han sido fundamentales en áreas como el arte, el diseño o los negocios. Valorar estos talentos contribuye a fomentar una mayor inclusión y un aprecio real por la neurodiversidad.

En definitiva, aunque se han logrado avances significativos en cuanto a la concienciación y comprensión del TDAH, todavía queda camino por recorrer para que esta condición sea tratada con plena justicia y respeto. Promover una educación más amplia sobre el TDAH, combatir los estigmas y construir una sociedad más empática e inclusiva son pasos clave para lograrlo.

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¿Puede el TDAH ser peligroso en cuanto a síntomas?

El TDAH puede conllevar riesgos significativos en cuanto a síntomas, con consecuencias potencialmente peligrosas para la salud y la seguridad.

La peligrosidad de los efectos del TDAH suele asociarse con la gravedad de los síntomas y las consecuencias que pueden tener en la vida diaria.

De hecho, los riesgos asociados con los síntomas del TDAH, como la impulsividad y la falta de atención, pueden traducirse en situaciones potencialmente peligrosas, tanto para la persona afectada como para los demás. Algunos de los riesgos para la salud asociados con el TDAH son:

  • Dificultad para autocontrolarse, lo que puede llevar a comportamientos impulsivos y decisiones arriesgadas sin considerar las consecuencias;
  • Riesgo de accidentes o lesiones, especialmente en situaciones que requieren atención y reactividad sostenidas, como conducir;
  • Impactos negativos en el trabajo o las relaciones interpersonales, especialmente debido a la desregulación emocional
Riesgos asociados al TDAH
Peligrosidad de los síntomas del TDAH

Por esta razón, es fundamental reconocer y abordar los efectos peligrosos del TDAH, adoptando estrategias de manejo eficaces que ayuden a mitigar los riesgos de seguridad asociados con sus síntomas. El tratamiento del TDAH y el diagnóstico del TDAH son esenciales para comprender plenamente la gravedad de sus síntomas y mejorar la calidad de vida y la seguridad de las personas con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

Los tres tipos de TDAH

El TDAH se clasifica en tres tipos o subtipos, según la intensidad de los síntomas:

number 1
TDAH con hiperactividad-impulsividad predominante

En el que la sensación de aburrimiento y la inquietud interna son los síntomas predominantes y caracterizan a aproximadamente el 20% de los adultos con TDAH.

number 2
TDAH con falta de atención predominante

En el que los síntomas principales son la falta de atención, las dificultades organizativas y la tendencia a no completar las actividades, presentes en el 15% de los casos.

number 3
TDAH combinado

El tipo más común (50-75% de los casos), que presenta todos los síntomas principales del TDAH, a saber, hiperactividad, impulsividad y distracción.

Es importante aclarar que el manejo de los síntomas del TDAH requiere un enfoque multidisciplinario que involucre a profesionales de la salud mental, educadores y la familia de la persona con trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Con el apoyo adecuado, muchas personas pueden aprender a manejar los síntomas del TDAH y alcanzar sus metas personales.

Trastornos psicológicos relacionados con el TDAH

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) a menudo puede estar relacionado con trastornos psicológicos de diversos tipos, lo que añade complejidad a su manejo. Algunos trastornos y afecciones psicológicas que suelen estar relacionados con el TDAH son:

  • Trastornos del estado de ánimo (trastornos depresivos o trastorno bipolar);
  • Trastornos de ansiedad
  • Trastornos del sueño-vigilia
  • Autismo
  • Dificultades específicas del aprendizaje

Debido a estos trastornos, el impacto psicológico del TDAH también se extiende a las relaciones sociales, que pueden ser difíciles de manejar para las personas con este diagnóstico, debido a los propios síntomas del trastorno. Comprender cómo se relaciona el TDAH con otros trastornos es fundamental para desarrollar estrategias que permitan controlar tanto la afección principal como sus comorbilidades, con el objetivo de alcanzar un mayor bienestar.

Trastornos psicológicos relacionados con el TDAH

Información sobre los síntomas del TDAH en adultos

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en la edad adulta es una condición mental compleja que implica una serie de problemas persistentes, como dificultad para mantener la atención, hiperactividad y conductas impulsivas.

Este trastorno puede tener un impacto significativo en la vida diaria de quienes lo padecen, generando inestabilidad en las relaciones personales, bajo rendimiento laboral o académico, baja autoestima y otras dificultades en el funcionamiento social y profesional.

El TDAH como condición mental

Aunque el TDAH se asocia comúnmente con la infancia, es importante tener en cuenta que los síntomas pueden persistir hasta la adultez. Por lo general, comienzan en la niñez, pero en algunos casos no se reconocen ni se diagnostican hasta la edad adulta. Esto puede generar desafíos adicionales, ya que muchas personas adultas no son plenamente conscientes de sus síntomas o los atribuyen a otros factores.

En los adultos, los síntomas del TDAH pueden ser más sutiles y difíciles de identificar. Aunque la hiperactividad tiende a disminuir con la edad, los problemas relacionados con la impulsividad, la agitación interna y la dificultad para concentrarse suelen persistir, afectando la vida cotidiana y el bienestar general.

Controlar los síntomas del TDAH

El tratamiento del TDAH en adultos requiere un enfoque completo y personalizado. Incluye una combinación de medicación, terapia psicológica (psicoterapia) y manejo de los síntomas relacionados. Los medicamentos pueden ser recetados para ayudar a controlar los síntomas del TDAH, reduciendo la impulsividad, mejorando la concentración y aumentando la capacidad para gestionar las actividades cotidianas. No obstante, es importante tener en cuenta que la medicación por sí sola puede no ser suficiente, y que la psicoterapia para el TDAH puede ser esencial para abordar problemas subyacentes como la autoestima, la ansiedad y el manejo del estrés.

La psicoterapia también puede ofrecer apoyo en la gestión de los desafíos relacionales y laborales que acompañan al TDAH. A través de enfoques como la terapia cognitivo-conductual (TCC) u otros tipos de intervención, las personas con TDAH pueden aprender estrategias para controlar los síntomas, mejorar la comunicación y desarrollar habilidades de afrontamiento eficaces.

Además, el tratamiento del TDAH en adultos puede implicar el abordaje de trastornos mentales coexistentes, como la ansiedad, la depresión o los trastornos del estado de ánimo. Es fundamental tratar estas condiciones adecuadamente para garantizar un tratamiento integral y una mejora global del bienestar.

Ansiedad y depresión en el TDAH

Rango de síntomas conductuales del TDAH en adultos

En los adultos, el TDAH puede manifestarse con una amplia gama de síntomas, cuya gravedad puede variar desde leve hasta severa. Si bien algunas personas notan una disminución de los síntomas con el paso del tiempo, otras continúan enfrentando dificultades significativas que afectan su funcionamiento diario.

Tal como se ha descrito anteriormente, las principales características del TDAH en la edad adulta incluyen la dificultad para mantener la atención, la impulsividad y la inquietud, síntomas que pueden presentarse en distintos ámbitos de la vida cotidiana.

Es importante destacar que muchos adultos con TDAH no son plenamente conscientes de su condición. En muchos casos, la única señal evidente es la dificultad persistente para gestionar las actividades del día a día.

Por ejemplo, pueden experimentar problemas para concentrarse, establecer prioridades o cumplir con los plazos, lo que puede llevarlos a olvidar citas o compromisos sociales, o a sentirse constantemente abrumados por las responsabilidades.

La impulsividad puede manifestarse a través de comportamientos espontáneos e irreflexivos, como interrumpir a otros durante una conversación o tomar decisiones precipitadas sin considerar sus consecuencias.

Los adultos con TDAH pueden tener dificultades para planificar y organizar sus actividades, lo que dificulta la gestión del tiempo y el establecimiento de prioridades.

Planificar las actividades diarias puede ser difícil para los adultos con TDAH, lo que provoca tardanzas, incumplimiento de plazos y una sensación general de estrés.

La dificultad para mantener la atención en una tarea puede afectar la productividad y la finalización del trabajo o las tareas domésticas.

Los adultos con TDAH pueden tener dificultades para gestionar varias tareas a la vez, lo que reduce la eficiencia y la calidad del trabajo.

Esto puede manifestarse mediante una necesidad constante de movimiento o una sensación de agitación interna.

Los adultos con TDAH pueden tener dificultades para planificar y organizar sus actividades, lo que dificulta la gestión de las responsabilidades diarias.

La dificultad para gestionar la frustración puede provocar cambios de humor y reacciones emocionales intensas.

Los adultos con TDAH pueden tener dificultades para completar tareas una vez comenzadas, a menudo dejando proyectos sin terminar o a medias.

La impulsividad puede manifestarse mediante decisiones repentinas o acciones irracionales, sin considerar las consecuencias a largo plazo.

Los adultos con TDAH pueden tener dificultades para gestionar situaciones estresantes, lo que aumenta su susceptibilidad al estrés y aumenta la intensidad de sus reacciones emocionales.

Estos síntomas pueden afectar muchos aspectos de la vida diaria de los adultos con TDAH, como el trabajo, los estudios, las relaciones interpersonales y el bienestar emocional. Es importante que los adultos que sospechan que padecen TDAH acudan a una evaluación profesional para obtener un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento personalizado..

Todos podemos experimentar síntomas de TDAH

Muchas personas, al leer sobre los síntomas del TDAH, pueden identificarse con algunas de sus características. De hecho, al hablar de las dificultades o peculiaridades del TDAH, es común escuchar frases como: “A mí también me pasa”.

Sin embargo, la realidad es que el olvido, las distracciones o la dificultad para concentrarse pueden afectar a cualquiera, pero en el TDAH la frecuencia, la intensidad y el impacto en la vida diaria son de otro nivel.

El TDAH solo se diagnostica cuando estos síntomas son persistentes, generalizados y obstaculizadores, causando problemas significativos en múltiples áreas de la vida (escuela, trabajo, relaciones, gestión diaria). Además, deben estar presentes desde la infancia, aunque pueden manifestarse de diferentes maneras a lo largo de la vida.

La diagnosis del TDAH en la edad adulta puede ser compleja, ya que algunos síntomas pueden solaparse con los de otras condiciones, como la ansiedad o los trastornos del estado de ánimo. Estas no son necesariamente condiciones independientes, sino a menudo consecuencias de vivir con TDAH en un mundo que no siempre acoge ni comprende las neurodivergencias.

En otros casos, estas comorbilidades pueden surgir del enmascaramiento o del esfuerzo constante por adaptarse a contextos neurotípicos, reprimiendo los rasgos naturales para ajustarse a las expectativas externas. Esto puede provocar estrés crónico, fatiga mental y emocional, y un mayor riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad o depresión con el tiempo.

Problemas en la vida con el TDAH
Apoyo Clínica TDAH

Si los síntomas del TDAH interfieren constantemente en su vida diaria, es recomendable consultar a un médico para una evaluación exhaustiva.

Diversos profesionales de la salud, como médicos de familia, psicólogos o psiquiatras, pueden diagnosticar y gestionar el tratamiento del TDAH en adultos. Es importante buscar un profesional con experiencia en el tratamiento de adultos con TDAH, para que reciba un tratamiento específico y personalizado.

Desencadenantes del TDAH en adultos jóvenes

Las causas exactas del TDAH aún no se comprenden por completo, pero sus orígenes continúan siendo objeto de investigación. Se cree que varios desencadenantes contribuyen al desarrollo de esta compleja afección, que a menudo se remonta a la infancia o a la adultez temprana.

La genética parece desempeñar un papel importante en el TDAH, y la evidencia sugiere una predisposición familiar. Estudios realizados en familias con antecedentes de TDAH han demostrado una mayor probabilidad de transmisión genética del trastorno.

Además de la genética, los factores ambientales también pueden influir en el riesgo de desarrollar TDAH. Por ejemplo, la exposición a sustancias tóxicas como el plomo durante la infancia se ha asociado con un mayor riesgo. Estos factores ambientales pueden interferir con el desarrollo del sistema nervioso central durante períodos críticos.

Causa genética del TDAH
Bienestar del individuo con TDAH

Ciertos factores de riesgo pueden aumentar la probabilidad de desarrollar TDAH. Entre ellos se encuentran: tener familiares consanguíneos con TDAH u otros trastornos; la exposición a sustancias tóxicas durante el embarazo, como tabaco, alcohol o drogas; y haber nacido de forma prematura.

Las complicaciones relacionadas con el TDAH pueden afectar significativamente la vida diaria y el bienestar general de una persona. Estas complicaciones pueden manifestarse de diversas formas, incluyendo:

  • Rendimiento escolar o laboral por debajo del promedio,
  • Dificultades en el entorno laboral,
  • Problemas financieros,
  • Conflictos con la ley,
  • Abuso de sustancias,
  • Accidentes de tráfico e inestabilidad en las relaciones interpersonales.

Además, el TDAH suele asociarse con diversas afecciones coexistentes que pueden complicar su tratamiento. Estas incluyen trastornos del estado de ánimo, como la depresión o el trastorno bipolar; trastornos de ansiedad; otros trastornos psiquiátricos, como los trastornos de la personalidad o el trastorno explosivo intermitente; y dificultades de aprendizaje, que pueden afectar tanto el rendimiento académico como la comunicación.

Estas complicaciones adicionales pueden contribuir a una experiencia más compleja y desafiante para los adultos con TDAH. Por ello, es fundamental contar con una evaluación integral y un tratamiento específico que tenga en cuenta las necesidades individuales y las afecciones coexistentes. Conocer estas complicaciones permite identificar y abordar de manera eficaz los desafíos asociados al TDAH, y contribuye a mejorar la calidad de vida general de las personas afectadas.

Depresión y ansiedad en el TDAH

Manifestaciones del TDAH en diferentes categorías de personas

El TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) se manifiesta de diferentes maneras según la edad y el contexto vital de las personas que lo padecen.

Las características del trastorno varían significativamente entre niños, adolescentes, adultos, trabajadores, estudiantes y personas mayores, y también pueden presentar matices específicos entre hombres y mujeres.

Niños con TDAH

En los niños, el TDAH suele presentarse con un comportamiento hiperactivo e impulsivo, y una marcada dificultad para mantener la atención. Estos niños tienden a moverse continuamente, hablar sin parar e interrumpir con frecuencia a los demás.
Tienen dificultades para completar actividades o tareas escolares, a menudo cambiando rápidamente de una actividad a otra sin finalizar ninguna. Además, pueden mostrar poca capacidad para autorregular sus emociones, lo que puede derivar en estallidos de ira o frustración por motivos aparentemente triviales.
El entorno escolar suele ser una de las principales áreas de dificultad, donde estos niños son frecuentemente percibidos como “distraídos” o “difíciles”.

Adolescentes con TDAH

Durante la adolescencia, el TDAH puede manifestarse de forma distinta a la de la infancia. Aunque la hiperactividad física suele disminuir, la falta de atención y la impulsividad persisten.

Los adolescentes con TDAH a menudo tienen dificultades para afrontar el aumento de responsabilidades, como las tareas escolares, las interacciones sociales y las actividades extracurriculares. Son propensos a la procrastinación y pueden tener problemas para planificar y organizar su día a día.

En algunos casos, la impulsividad puede traducirse en conductas de riesgo, como la conducción imprudente, el consumo de sustancias o las relaciones conflictivas.
La socialización también cobra importancia: muchos adolescentes con TDAH pueden sentirse aislados o frustrados por su dificultad para integrarse con sus compañeros.

TDAH en adultos

En los adultos, el TDAH se manifiesta de formas más sutiles que en la infancia y la adolescencia, pero sus efectos pueden ser igualmente debilitantes.

Pueden presentar dificultades para concentrarse en tareas largas o repetitivas, gestionar el tiempo y cumplir con los plazos, lo que puede generar problemas tanto en el ámbito laboral como en el personal.
Muchos adultos reportan sentirse constantemente abrumados o tener una sensación de caos persistente.

Se observa, además, una diferencia significativa entre hombres y mujeres:

  • Mujeres TDAH: el TDAH en mujeres suele estar infradiagnosticado, ya que los síntomas tienden a ser menos evidentes y más internalizados que en los hombres. Las mujeres con TDAH pueden presentar una marcada desorganización, dificultad para realizar múltiples tareas y vulnerabilidad al estrés. Muchas lidian con la culpa o la ansiedad, intentando enmascarar sus dificultades para ajustarse a las expectativas sociales. Además, es común la comorbilidad con trastornos del estado de ánimo o de ansiedad.
  • Varones TDAH: los hombres tienden a presentar más síntomas externos, como impulsividad y mayor dificultad para gestionar la frustración, lo que puede traducirse en conflictos interpersonales o dificultades laborales. Los hombres con TDAH suelen ser percibidos como «irresponsables» o «desorganizados» y pueden ser más propensos a conductas de riesgo, como el juego o la conducción temeraria.

Estudiantes TDAH

El TDAH representa un desafío significativo para los estudiantes, independientemente de su edad o nivel educativo. A los estudiantes con TDAH les resulta particularmente difícil concentrarse en clase, tomar apuntes estructurados o completar las tareas a tiempo. La dificultad para gestionar el tiempo puede llevar a episodios de procrastinación, lo que resulta en una acumulación de trabajo y un aumento del estrés. Durante los exámenes, la dificultad para concentrarse y organizar las ideas puede afectar el rendimiento, incluso aunque comprendan bien el material estudiado.

La interacción con el profesorado y los compañeros es otro aspecto fundamental: muchos estudiantes con TDAH pueden ser percibidos como desinteresados o poco cooperativos, lo que puede comprometer su integración en el entorno escolar.

Trabajadores con TDAH

En el ámbito laboral, el TDAH puede tener un impacto significativo en la productividad y la calidad de vida. Los trabajadores con TDAH a menudo tienen dificultades para gestionar tareas complejas que requieren planificación y concentración sostenida.
Pueden tender a procrastinar u olvidar compromisos y plazos, lo que genera tensión con compañeros y superiores. La facilidad para distraerse supone un desafío en entornos laborales con un ritmo acelerado o ruidoso.

Sin embargo, muchas personas con TDAH demuestran una gran creatividad, pensamiento innovador y una rápida capacidad de resolución de problemas, lo cual puede ser un activo valioso en entornos laborales flexibles e innovadores.
Los ambientes que ofrecen apoyo organizativo —como listas detalladas de tareas o herramientas tecnológicas de gestión del tiempo— pueden marcar una gran diferencia en el éxito de un trabajador con TDAH.

TDAH en adultos mayores

El TDAH en adultos mayores está menos estudiado que en otros grupos de edad, pero sus manifestaciones pueden ser igual de significativas. A medida que las personas envejecen, la desorganización, la dificultad para gestionar las actividades diarias y la mala memoria a corto plazo pueden convertirse en los síntomas predominantes.

Los adultos mayores con TDAH pueden sentirse abrumados por las exigencias del día a día, como pagar facturas o gestionar tareas médicas. Además, es común la coexistencia con otras afecciones, como la depresión o la ansiedad, que pueden agravar los síntomas del TDAH.

A pesar de estos desafíos, muchos adultos mayores con TDAH demuestran una resiliencia y adaptabilidad extraordinarias, encontrando estrategias creativas para afrontar sus retos cotidianos.

Conocer estas diferencias es esencial para brindar el apoyo adecuado y desarrollar estrategias personalizadas que permitan a las personas con TDAH alcanzar su máximo potencial.

La educación, la concienciación y la adopción de enfoques terapéuticos específicos son herramientas fundamentales para mejorar la calidad de vida de estas personas en todas las etapas de su existencia.

¿El TDAH es un trastorno o neurodivergencia?

Cuando hablamos de TDAH nos topamos inmediatamente con una cuestión tan sutil como central: las palabras que utilizamos para describirlo.

Porque si bien por un lado la etiqueta diagnóstica oficial nos habla claramente de un “trastorno”, por otro lado, cada vez con más frecuencia, dentro de la comunidad del TDAH y entre muchos divulgadores, se prefiere hablar de neurodivergencia.

Esta diferencia terminológica no es casual. De hecho, abre toda una reflexión sobre el significado mismo del TDAH: ¿es realmente un trastorno? ¿O es una de las muchas expresiones posibles del funcionamiento neurológico humano?

La comunidad del TDAH, que en los últimos años ha desarrollado una creciente conciencia y una identidad compartida, a menudo rechaza la idea de un “trastorno” por estigmatizarla o reduccionista.

Al mismo tiempo, se adopta el término “neurodivergencia” para reivindicar otra narrativa: la de la diferencia, no la de la disfunción.

Entonces, ¿qué significa realmente hablar de un trastorno? ¿Y qué implica elegir el término neurodivergencia? ¿Son ambas cosas mutuamente excluyentes o pueden coexistir? ¿Podemos afirmar que el TDAH es una neurodivergencia sin negar que, en ciertos contextos, también puede ser disfuncional o fuente de sufrimiento? ¿O es necesario elegir: nos encontramos en el ámbito clínico o en el de la identidad?

Partamos de un punto fundamental: que el TDAH se denomine, a nivel clínico, «trastorno por déficit de atención e hiperactividad» no es casual ni arbitrario.

Es el nombre que figura en los principales sistemas diagnósticos internacionales, como el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), que lo sitúa claramente dentro de la categoría de trastornos del neurodesarrollo, es decir, una clasificación que incluye afecciones que surgen durante la infancia y que están relacionadas con el desarrollo neurológico atípico del individuo.

Un razonamiento muy similar se puede aplicar al autismo: a nivel diagnóstico, hablamos de Trastorno del Espectro Autista, pero las personas autistas —y gran parte de las comunidades que giran en torno al autismo— reivindican una identidad neurodivergente y no patológica. De hecho, el autismo, al igual que el TDAH, está incluido en el DSM-5 entre los trastornos del neurodesarrollo, y en este caso oscilamos entre decir “una persona tiene un trastorno” y “una persona es autista”.

En este sentido, la palabra “trastorno” se utiliza de forma técnica, con la intención de describir un conjunto de características que pueden interferir significativamente en el funcionamiento adaptativo de la persona en contextos cotidianos: la escuela, el trabajo, las relaciones, la organización personal.

Por lo tanto, en un contexto clínico, hablar de un trastorno es útil, si no necesario, porque nos permite reconocer dificultades, acceder a un diagnóstico, activar vías terapéuticas o rehabilitadoras, obtener apoyo escolar o laboral y, en muchos casos, también protección legal o social.

Psicólogos, psiquiatras, neuropsiquiatras y psicoterapeutas utilizan este marco conceptual no para estigmatizar, sino para intervenir: el trastorno, desde esta perspectiva, es lo que genera sufrimiento o dificulta el bienestar. Y el objetivo no es “corregir” a la persona, sino ayudarla a vivir mejor en un mundo que a menudo no está hecho a la medida de su forma de funcionar.

Pero aquí surge otra reflexión: ¿quién establece qué es un obstáculo? ¿Quién decide si una característica neurológica es un “trastorno” o simplemente una “variante”?

Aquí es donde entra en juego el concepto de neurodivergencia, una perspectiva alternativa —no clínica, sino social y cultural— que propone ver el TDAH como una forma natural y legítima de diversidad neurológica humana.

La neurodivergencia no niega que el TDAH pueda conducir a dificultades; más bien, argumenta que muchas de estas dificultades surgen únicamente porque la sociedad está diseñada para personas neurotípicas.

En otras palabras: no eres tú quien está “equivocado”, es el contexto que no está diseñado para ti.

Esta distinción entre trastorno y neurodivergencia también se refleja, de forma sutil pero profunda, en el lenguaje cotidiano que usamos para hablar del TDAH. Cuando lo llamamos trastorno, solemos decir que una persona tiene TDAH, como si fuera algo que se posee, que se lleva consigo, casi como si fuera un objeto externo, una etiqueta que se puede eliminar, tratar o controlar.

Sin embargo, cuando hablamos de neurodivergencia, la tendencia es decir que una persona tiene TDAH, porque la neurodivergencia se experimenta como parte integral de la identidad, como una forma de ser y de percibir el mundo, no como algo separado o accidental.

    • Tener TDAH implica una visión más médica, más clínica, más centrada en los problemas.
    • O bien, ser TDAH se abre a una dimensión identitaria y existencial, a una forma diferente —y no menos válida— de estar en el mundo.

Ambos enfoques tienen sentido, pero no son neutrales: las palabras que usamos moldean la forma en que nos vemos a nosotros mismos y cómo nos ven los demás.

Hablar de neurodivergencia, por lo tanto, implica desplazar el enfoque del individuo al sistema: significa prestar menos atención al síntoma y más al entorno.
Implica promover un cambio cultural, una mayor inclusión, un lenguaje que no patologice, sino que potencie la diferencia.

En este sentido, el término «neurodivergencia» está cargado de significados políticos, identitarios y relacionales: es una forma de decir “estoy hecho así”, “es parte de mi identidad”.

Y, por lo tanto, quizás el punto central sea precisamente este: ambas perspectivas no son mutuamente excluyentes.
No se trata de elegir entre “trastorno” o “neurodivergencia”, sino de reconocer que ambos términos pueden coexistir, dependiendo del contexto, del punto de vista y de la experiencia subjetiva de la persona que vive con TDAH.

Un diagnóstico clínico puede coexistir con una identidad neurodivergente.
La necesidad de apoyo terapéutico puede coexistir con la demanda de reconocimiento social.
Una narrativa funcional en el ámbito médico puede diferir de aquella útil en los contextos escolar, laboral o familiar.

Incluso el DSM, pese a su enfoque diagnóstico y clínico y a las etiquetas que establece, ofrece una pista interesante: al incluir el TDAH dentro de la categoría de trastornos del neurodesarrollo, reconoce implícitamente que se trata de una condición vinculada a un funcionamiento neurológico diferente, y no simplemente a un “mal funcionamiento”.

Una divergencia, en efecto, que puede tener orígenes diversos —genéticos, ambientales, evolutivos— y que se manifiesta de formas muy distintas en cada persona.

Por lo tanto, todo depende de cómo decidamos contar la condición.
Y, como decíamos, la forma en que contamos una condición también determina cómo la entienden, la viven y la abordan quienes nos rodean.

Si la narramos únicamente como un trastorno, corremos el riesgo de reforzar la medicalización y el estigma.
Si hablamos de ella solo como neurodivergencia, corremos el riesgo de negar la necesidad de tratamiento o de minimizar las dificultades reales que experimentan las personas con TDAH.